Sonno Io

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lunes, 10 de marzo de 2008

Semblanza "No Autorizada" de El Capitan Bidet


Habría que recorrer un largo camino para encontrar alguna
pista que nos cuente quién es nuestro técnico. La tarea es difícil pero en
Internet todo está al alcance de la mano y entonces podemos contar todavía con
alguna chance.

Héctor Mauro ó Capitán Bidet, el técnico de Sonno Io.

El tipo fué conocido en la noche -antes de retirarse hace más de 15 años para dedicarse a una vida más reposada y familiar- como Cápitán Bidet.
La leyenda cuenta que así lo llamó Samantha, la dama negra del Doly's de Flores. La incógnita del apodo algunos podemos revelarla pero preferimos que el misterio se haga cargo del silencio.
Frecuentó el Bar El Pensamiento de Barracas, en donde por las tardes animó las charlas de café que compartía con El Químico, El Chino, El Rubio, El Chamán y Tripa, y que concluían –casi a la hora de cenar cada uno en su casa- con las famosas Arengas del General (en Barracas conocido como El Boga).

Tanto café y discusiones le enseñaron los trucos del azar y lo catapultaron a la fama del otro lado del puente y entonces se destacó en Avellaneda, dando cursos de turf en Leales y Pampeanos y que quedaron grabados en la memoria de quienes asistieron por esos días a disertaciones magistrales como “Caballo que alcanza, pasa a ganar”, “Se gana y se pierde” y “A La Plata van los que ya están rotos”.

En 1974, antes de llorar porque en Bs As abandonaba por unos días a su querido Torino, se embarcó para Brasil (cuando todavía no había marea argentina invadiendo playas y pueblos) para emprender con amigos una gira interminable que en Río de Janeiro fué conocida como “La Ruta del Gato” en lo que desperdició talento y dinero en “confiterías bailables” en la noche de Leblón, Ipanema, Botafogo y Copacabana.
Llegó a hacerse conocido tan conocido en la noche de Río, que fue tapa de la revista Caras con un título demasiado sugestivo como para explicarlo, O’Rey do Mau Mau en gran tipografía. La foto lo mostraba con copa de champagne en mano, vestido de punta en blanco y bailando rodeado de señoritas vestidas “para el carnaval”.
Se comenta que en su última noche en Río dejó sus morlacos y caricias a una morena de Help! (archifamoso boliche de Río) antes de “romper la puerta” para decidir que su futuro estaba en la dirección técnica de equipos.

Sus antecedentes de gloria comienzan cuando conduce a aquel famoso equipo campeón invicto del 79, el recordado Gabinete Caligari, 3ro C del secundario Joaquín V. González.

Lamentablemente en los inicios de los ’80 las malas yuntas (amigos como el Coco Basile, Mostaza Merlo, Cacho Castaña, el Bambino Veira, El Facha Martel, y un dirigente de Boca en ese entonces de apellido Conde) lo llevaron por mal camino y su carrera al estrellato se vio opacada por una profunda inserción en el ambiente de la noche y entonces dejó de leer a Dante Panzeri con sus enseñanzas sobre el fútbol y a los grandes estrategas como Napoleón, para frecuentar tugurios de poca calaña, en los que eran venerados los whiskies importados, los cigarrillos caros y las chicas de andar gatuno y vida ligera.
Así los antros de perdición como Athos, Porthos, Aramis, Shampoo y el famoso Plaza Monti, lo tuvieron como visitante ilustre junto a esta horda de amigos y debido a su “asistencia perfecta” y a lo que definían risueñamente en distintos reportajes como “La Rotation” el público que alguna vez lo respetó empezó a pensar que había invertido el dinero que ganó en el fútbol en otro ramo.

Gran incentivador de grupos humanos, todos recuerdan la frase que le regaló al mundo la noche en que se llevó al diamante más brillante de Black y con una copa de champagne en la mano saludó al negro que le abrió la puerta de la limousine y sonriendo pícaramente dijo “como dijo Ives Saint Martín…al mejor jockey, le dan el mejor caballo” .

Esa anécdota marca un antes y un después en la vida de los jugadores que estuvieron a sus órdenes.
De ahí en más, sus jugadores entendieron por qué nunca deben disputar por el número de una camiseta o preguntarse por qué motivo se es suplente. El decidirá qué es lo mejor.

Así las cosas, el mundo del fútbol se vio conmocionado cuando en 1999 en un extenso reportaje a
La Gazzeta De’llo Sport se publicó en páginas centrales el pensamiento de este hombre del fútbol con comentarios acerca del fútbol italiano, de la Argentina y de algunos jugadores que por entonces eran tapa de todos los suplementos deportivos del planeta.
Con título sugestivo “El Toto Lorenzo tiene que tener una tribuna en Boca” comenzaba la nota en la que Bidet no se equivocó entonces cuando dijo “Milan no puede perder este campeonato” (estaba 8vo más o menos con la Fiore del Bati punteando todo el campeonato y entonces los medios lo tomaron por loco pero al finalizar el campeonato el Milan terminó dando la vuelta olímpica)”.

Tampoco en ese reportaje se equivocó cuando dijo “Salas….Fracaso estrepitoso en Europa” o cuando dijo “Orteguita en Italia?…Igual destino pero guarden toda la biiiirrrra!!!”
En Argentina solo meses después de la venta de Juan Esnaider pudieron entender esta por qué en la entrevista cuando le preguntaron por el pase del delantero a River Plate dijo “Esnaider: come Dogui”. (El tiempo le dio la razón, el delantero dio lástima en su paso por el gallinero y luego, en Newells donde los médicos le recomendaron que viaje de regreso a Europa para que compre las piernas que perdió antes de irse. Hoy Esnaider es querido por sus compañeros de trabajo y trabaja en el mostrador de un Pancho 95 en Ciudadela, Prov. de Buenos Aires).

Enemistado con la prensa por haberle aconsejado a Macri traer a Bianchi a Boca (otro error no?) y por haber defendido el honor de Ricardo La Volpe sentenció “los únicos que debieran quedar después de la final con Estudiantes son Ledesma, Morel y el Mellizo, los demás que pasen a buscar la guita por La Plata y que no vuelvan a vestir la azul y oro”, y luego en el mes de Julio de 2007 el Diario Popular publicó unas líneas (que no fueron levantadas por otros medios) cuando contestó a una pregunta sobre el supuesto paladar negro de los hinchas de Independiente y dijo
“Paladar negro??? Esos creen que van a salir campeones en la segunda fecha? Siempre vivieron en su país de ilusión: Mogolandia”.

Fué así que se dio su esperada vuelta al fútbol grande porque este hombre, que antes de tomarse un prolongado descanso, dirigió con gloria en Acapulco, y luego con asistencia perfecta su larga trayectoria todavía es recordada en las noches de Saigón y en las de Montecarlo en donde impuso la moda de las porristas (pero en los vestuarios al terminar los clásicos, haciendo entrar chicas que no podrían presentarse como novias) en lo que llamó “un tercer tiempo, pero del fútbol”.

Cuando fuimos a buscarlo dejó su barco Nautilus, para ponerse el buzo de entrenador y tomar nuevamente la dirección técnica de un equipo de fútbol.
Declaró el fracaso rotundo, una vez más, de Alfio Basile al frente de la selección argentina (es sabida su enemistad, que en realidad debiera ser por sus diferentes modos de ver el juego y, sin embargo, un problema de polleras terminó con una relación que otrora fue un orgullo para los dos) y, antes de aceptar el desafío de dirigir a la Fiebre Amarilla, se reunió con los históricos de Sonno Io para escucharlos en lo que se leyó como “el apriete de los viejos”.
Ante el pedido de respeto por la trayectoria dicen que le dijo a su interlocutor
“Calláte y andá a entrenar…acá los únicos que tienen el puesto asegurado son Tony y Cubito…primero mostráme que podés jugar diez minutos seguidos… e dopo parliamo’”, como para dejar claro quién manda y hacia dónde va esta historia. La charla parece que transcurrió por caminos poco amistosos y uno de los jugadores, bastante excedido de peso se le plantó y le dijo “A mí me tiene que escuchar porque yo soy el capitán”. El técnico, viejo sabio, sabiendo que a su interlocutor no lo había elegido nadie le dijo
“En este barco hay un solo capitán…y se llama Bidet” con lo cual lo llamó a silencio y sumisión.
Se dice que los históricos no se fueron con las manos vacías de esa reunión, pues a cada uno de ellos, Bidet les dio unos papelitos escritos con sangre con una única palabra: “CATENACCIO”.
Las malas lengüas dicen que su vuelta a las canchas es parte de una estrategia para colocar jugadores que le acerca al equipo un gordo y oscuro representante de estrellas que alguna vez tuvieron algún brillo.
Los jugadores de Sonno Io sabemos bien que vuelve a la dirección técnica ya no por el dinero, sino por la gloria.

Salvi


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